El sector alimentario ha adquirido una mayor importancia con la pandemia y no solo a lo que la agricultura se refiere sino también a toda la cadena de valor para poder abastecer a los establecimientos comerciales de alimentos y evitar el desabastecimiento a la población. Una prueba que se ha superado en el sector, que tiene ante sí una serie de retos futuros para dar respuesta a las necesidades y demandas, aparte de continuar alimentando a las personas.
«El mundo de la alimentación tiene que ver con la agroindustria porque las grandes ciudades tienen que alimentarse de lo que el campo cultiva, salvo la excepción de las experiencias de huertos urbanos, y la logística es importante para que llegue a Zaragoza o a Shanghái», siendo tan fundamental como que las frutas o verduras, por ejemplo, crezcan bien, según ha explicado Antonio Fumanal, presidente del Cluster Aragonés de Alimentación.
Es una estructura que Aragón ya tiene. «Nuestra capacidad de generar alimentos es grande», al igual que de llegar al mundo, pero que no es suficiente de cara al futuro, siendo necesario afrontar una serie de retos. «El campo está acostumbrado a cambiar y también la agroindustria está acostumbrada al cambio. En menos de 100 años, se ha pasado del arado romano a un tractor con GPS».
Es una adaptación que beneficia al tejido agroalimentario y agroindustrial de Aragón de cara al futuro y para asumir los retos que pasan por «llevar a la alimentación a un poder superior». Hoy en día se apuesta por una alimentación sana, que forma parte del estilo de vida moderno aspiracional.
Es una alimentación que cada vez es más variada. Sin embargo, la industria alimentaria está asociada «a lo rápido y cómodo más que a lo sano. Es un reto importante conseguir una alimentación sana que se pueda llevar a cualquier parte y se conserve bien». Una línea en la que conviene cambiar el paradigma para que la comida llegue a más hogares, pero bajo una fórmula sana y cómoda. Un reto difícil ante una alimentación que cada vez va a ser más variada porque habrá personas que «solo tomen suplementos alimenticios, otros productos más saludables…»
A este reto se suma otro como el hecho de convertir el sector alimentario en parte de la solución a un problema global como es la obesidad, que ha aumentado en los últimos 30 años. «La alimentación se asocia a la obesidad -aunque se produce por muchos factores-, y tenemos que ser parte de esa solución».
Una de las tendencias de la sociedad es un mayor aprovechamiento de los alimentos en la nutrición no solo para el ser humano desde fuera, sino también en su interior, conectando con la microbiota, los órganos del cuerpo…
Otro de los retos del sector alimentario de cara al futuro es la reducción del desperdicio alimentario. En la sociedad actual, se tira mucha comida, teniendo que ser capaces de minimizarlo para contribuir a su vez a alimentar a más personas.
Y también hay que alimentar «sin tirar más del petróleo». Una línea en la que la economía circular puede ser clave para conseguir un impacto mínimo, por ejemplo, en los embalajes que, hoy en día, son de plástico para cuya elaboración se emplea el petróleo.
«El desafío es involucrar a todo el entramado alrededor del petróleo para que los plásticos no tengan un mal final e involucrarnos en una economía circular» para reincorporar ese plástico a la cadena de valor.
El Clúster aragonés de la Alimentación es uno de los 8 clúster aragoneses que junto con AERA (clúster aeronáutico), ALIA (clúster logístico), ARAHEALTH (clúster de la salud), TECNARA (clúster de empresas TIC), CAAR (clúster del automóvil), el Clúster de Alimentación, el Clúster de la Energía, y ZINNAE (clúster para el uso eficiente del agua) desarrollan toda su actividad desde el denominado Espacio Clústeres, ubicado en la Nave 6 de CEEIARAGON en Zaragoza. Allí cuentan con algo más de 480 metros cuadrados que se distribuyen en una zona diáfana en la primera planta en la que trabajan actualmente unas 25 personas de los ocho clústeres.