En la sede del Centro Europeo de Empresas e Innovación de Aragón (CEEIARAGON) en Zaragoza, trabaja la emprendedora Arancha Yáñez, junto al resto de los seis miembros que conforman el equipo de Feltwood. Una startup capaz de transformar los residuos vegetales en un material ecológico, que tiene cualidades muy similares a las del plástico.
Cada año pueden llegar a los mares y océanos hasta 12 toneladas de basura, según Greenpeace. El responsable de esta debacle medioambiental es el plástico, material presente en casi todos los productos que utilizamos y consumimos, y que puede tardar más de 500 años en descomponerse. Sin embargo, este material podría tener los días contados. Su posible sustituto es ecológico, biodegradable, cuesta lo mismo y, además,es made in Spain.
Ellos mismos recogen los residuos vegetales que generan tomates, lechugas o cualquier otro tipo de vegetal y, gracias a la tecnología, lo convierten en un producto con el que se pueden fabricar desde recipientes, hasta bandejas de fruta, pasando por bolígrafos o materiales de construcción.
El proceso para conseguir que una lechuga acabe convirtiéndose en un cuenco dónde poder almacenar casi cualquier cosa ya está patentado y es todavía un secreto. Lo que sí explicó Yáñez sobre su elaboración es que la clave está en las fibras vegetales: “Normalmente, los vegetales, como los tomates, las cebollas o las lechugas son un tanto por ciento de agua y otro tanto de fibras vegetales. Nosotros cogemos esas fibras y, con la ayuda de la tecnología, los transformamos en una materia prima tan práctica como el plástico”.
Se trata de un primer elemento que puede moldearse al antojo y tener diferentes grados de consistencia. En Feltwood han desarrollado cuatro formas de transformar esta materia prima, son lo que ellos denominan Eco-Materiales Feltwood:
- Anti-Impact: es un producto ligero, resistente a los golpes y a la presión. Se utiliza principalmente como embalaje de protección.
- Insulation: tiene un bajo peso y sirve como aislante térmico y acústico. Su uso principal está en la construcción.
- Pack: es el que se utiliza para la creación de materiales ligeros, como bandejas.
- Hard: un material compacto, rígido y de gran consistencia. Se puede moldear y mecanizar.
Para conseguir esa materia prima, aclaró Yáñez, no es necesario utilizar el producto alimenticio, sino que basta con usar la parte que los agricultores no utilizan, y que en muchos casos tiran. “A lo largo de estos últimos años hemos testado nuestro procedimiento con restos de cebollas, de tomateras o de lechugas» aseguró.
Además, durante el proceso de transformación no le añaden al material ningún tipo de plástico, ni adhesivo, haciendo que sus productos estén elaborados al 100% con fibras vegetales y que, por tanto, sean biodegradables. “Si tu tiras algo de plástico al mar va a tardar muchos años en desaparecer, además de que se descompondrá en microplásticos que son también contaminantes y muy peligrosos. Mientras que si algo de Feltwood va al mar, en un corto periodo de tiempo, se descompondrá y se convertirá en comida para peces” aseguró la emprendedora.
No tienen el producto, pero ya tienen a los clientes
En poco tiempo, la idea de Feltwood se ha convertido en un proyecto muy interesante para muchas empresas. Ya no sólo para aquellas que quieren fabricar productos con su material, sino también para los agricultores que quieren darle otra vida a sus residuos. “Recibimos llamadas, de diferentes partes del mundo, de gente encargándonos 50.000 cuencos, o más. Por eso, nuestro objetivo principal es poder llegar a la fabricación” comentó Yáñez.
Sin embargo, aún no están elaborando materiales. A finales de 2019 empezaron con las pruebas industriales de fabricación, pero todavía se encuentran en fase de investigación de algunos materiales o de desarrollo de otros. Aunque, eso sí, varios de sus procesos ya están muy avanzados. Por ejemplo, el de las bandejas de frutas de verdura. La idea es que a finales de este año ya haya productos nuestros en el mercado.
Algo que no les será muy difícil porque , aunque estén en fase de prueba, cuentan ya con varios clientes. “Tenemos suerte porque, ahora mismo, hay una concienciación muy grande sobre los problemas que genera el plástico y eso ha traído mucha demanda a nuestro proyecto. De hecho, mucha más de la que podemos abarcar ahora mismo” reconoció.
“Queremos que ser una alternativa”
En un principio, Arancha Yáñez ideó este material para ella misma. Es diseñadora gráfica y estaba trabajando para sus clientes con diferentes productos y elementos industriales cuando, concienciada por los problemas de contaminación que genera el plástico, se dispuso a buscar una alternativa a este material. “Quería un producto que fuese ecológico, con muchas aplicaciones, biodegradable, que no supusiera talar árboles, ni hacer cultivos, que no fuese contaminante, que tuviera un precio accesible y que, además, se pudiera moldear bien” explicó.
Una lista de requisitos que los materiales que encontró investigando por Internet no tenían. Por tanto, se dispuso a crear uno. Por eso, reconoce que, aunque su proyecto no logre desbancar al plástico, le bastaría con que esta aventura haya servido para que, al menos, «exista una alternativa, ecológica y al mismo precio”.
Feltwood apareció en el momento oportuno
De la idea de crear un nuevo material, a su verdadera puesta en marcha pasaron entre ocho y nueve años. Fue finalmente en 2016, cuando Yáñez se atrevió a dar el paso y a poner en marcha el proyecto, con el apoyo económico de su familia y amigos. A lo largo de estos cuatro años, ha colaborado con diferentes empresas, ha participado en aceleradoras, en rondas de financiación y ha ganado varios concursos de emprendimiento.
«Tenemos la suerte de que hemos salido justo en el momento preciso, porque es ahora cuando la gente está muy concienciada. Y eso hace a las empresas querer apostar por materiales más ecológicos” explicó. Sociedad, empresas y Administración están cada vez más concienciados sobre la importancia de reducir el consumo de plástico. Hasta el punto de que no pensaban contactar con clientes el año pasado y, al final, la repercusión mediática del proyecto hizo que las propias empresas acudieran a ellos.
En cuanto a sus objetivos, a corto plazo, Yáñez lo tiene claro: empezar a producir un sustituto al plástico lo antes posible. A largo, introducirlo en todas la industrias posibles, para que se convierta en esa alternativa útil para fabricar materiales que ella misma necesitó un día.
Feltwood se encuentra en estos momentos en fase de expandir sus instalaciones dentro del vivero de empresas innovadoras y tecnológicas CEEIARAGON.