Mario Garcés, el científico que prevé revolucionar la IA desde Aragón: «Estamos desarrollando algo único»
Mario Garcés es un científico informático que asegura que está a punto de desarrollar una tecnología única en el mundo de la inteligencia artificial (IA) general. OKDIARIO ha conversado con este madrileño afincado desde hace dos décadas en el Pirineo aragonés para entender la tecnología que podría revolucionar la forma de relacionarse el hombre y la máquina.
Su proyecto se llama «Tecnología AAGI similar a la humana para máquinas autónomas» (Human-like AAGI technology for autonomous machines) y ha obtenido importantes reconocimientos y financiación por parte del Gobierno de Aragón y de fondos europeos.
La colaboración del Instituto Tecnológico de Aragón (ITA) y del Centro de Empresas e Innovación de Aragón (CEEIARAGON), han sido fundamentales para que sus investigaciones puedan dar frutos.
Los intentos empresariales de Garcés antes de la inteligencia artificial
En 2020, este científico fundó The Mindkind, empresa adscrita a los servicios CRECE de CEEIARAGON es empresa especializada en neurocognición aplicada a la inteligencia artificial. La montó en un pueblo recóndito de Huesca, en Castejón de Sos, desde donde contempla la vida a un ritmo sosegado que le permite «reflexionar y desarrollar sin interferencias del día a día».
De hecho, defiende que solo de esta manera uno puede crear, «porque el ritmo acelerado de la ciudad impide al ser humano concentrarse». Tanto es así que lo tenía muy claro. Mario Garcés lleva más de una década viviendo en la montaña, y ha sido, en los últimos años, donde todos sus pasos han cobrado sentido. «Sin yo ser consciente, todo me ha llevado a esto», confiesa.
Con solo 24 años, con varios socios fundaron una empresa dedicada al software. En 2004, él decidió capitalizarse, dejar la ciudad, y marcharse a Benasque.
«Compré tiempo, mucho tiempo. En la vida no he tenido otra prioridad», confiesa. «Lo que me permitió dedicarme quince años a la investigación. Sin prisas».
Este emprendedor tenía un sueño. «Quería establecer un hotel rural con encanto y montar una asesoría para impartir cursos especializados en recursos humanos, utilizando la naturaleza como una herramienta para desarrollar competencias emocionales», explica.
Pero la crisis de 2008 le impidió montar ese negocio, y se decidió dedicarse a estudiar neurociencia durante casi dos décadas.
Garcés, la inteligencia artificial y la neurociencia
En 2019, fruto de sus investigaciones en neurociencia, publicó un prestigioso ensayo donde divulgaba las conclusiones a las que había llegado en ese tiempo. Este ensayo fue el germen de su empresa The Mindkind.
Su investigación coincidió con el despunte mundial de la inteligencia artificial. «Me propuse aplicar mis conocimientos adquiridos en neurociencia a la inteligencia artificial general, es decir, similar una pseudo conciencia humana».
«Estamos hablando de una inteligencia artificial realmente inteligente, con capacidades cognitivas similares a las que tienen los seres vivos. Estas máquinas serían conscientes de que son máquinas, y podrían resolver problemas complejos con la lógica de un ser humano, y tener la capacidad de aprender. Esto todavía no existe», detalla.
Según sus propias palabras, lo que tiene entre manos es una especie de santo grial, que no lo ha desarrollado nadie. «Creemos que tenemos algo que los gigantes, como Google o Microsoft, no tienen, independientemente del dinero que tengan para invertir», desvela.
¿Es posible que la vanguardia de la inteligencia artificial se fragüe en un pueblo de Huesca?, le pregunto. «Cuando le explicas el proyecto a las personas del sector, hay dos reacciones. Los que creen que es imposible, y los que consideran que pasará dentro de mucho», reconoce.
Garcés calcula que la inteligencia artificial que está desarrollando, estará lista en fase piloto precomercial a finales del próximo año. Su tecnología inteligente se podría integrar en todos los dispositivos que tuviera una interacción hombre-máquina.
Dios y la crisis de la existencia ante la máquina autónoma
Pero lo que parece tan sencillo, no lo será para que el ser humano lo asimile. Garcés vaticina que la inteligencia artificial general, como la que él desarrolla, nos conducirá a «un nuevo contrato social porque influye directamente en cómo el ser humano se ve así mismo, su pertenencia y cómo construye sus relaciones en el mundo».
Reconoce que desde el punto de vista humanista, este tipo de tecnologías «es algo muy peligroso y profundo», señala.
Precisamente esta realidad ante la tecnología, le lleva a confiar y creer en Dios. Garcés se sincera: «Sí, creo en Dios. Desde el punto de las ciencias puras, hay hechos que no tienen explicación». «Yo no tenía pensado esto, y sin embargo, aquí estoy. Por algo será», agrega.
No es muy optimista con la aplicación real del decálogo de ética para las máquinas. En las últimas semanas, «se ha evidenciado el debate profundo que hay detrás del desarrollo de la inteligencia artificial con el despido y recontratación de Sam Altman».
Reconoce que uno de los motivos por los cuales le lleva a seguir investigando consciente de lo peligroso que es adentrarse en esta tecnología, se debe a la curiosidad y a la fascinación, «al desafío científico y tecnológico de alcanzar las últimas fronteras».
Garcés no es un loco entusiasta del transhumanismo, «es una aberración desde el punto de vista humanista», responde, pero es consciente que su tecnología se podría aplicar a sensores internos al hombre.
Garcés piensa a lo grande. Preferiría que estas máquinas con pseudoconciencia «fueran enviadas a explorar Marte, donde no pudieran hacer ningún daño, no competir con ningún ser humano y nos aportasen la posibilidad de colonizar otros planetas”.
«Aprovecharíamos toda esta tecnología para algo bueno», sostiene. ¿Seremos capaces?…
Un cambio de mentalidad: tiempo y trasversalidad
Este científico demuestra una reflexión profunda sobre la vida y hacia dónde vamos. Depredados por la rapidez y atrapados en la ansiedad.
Ante la complejidad del mundo cambiante, Garcés experto en la inteligencia artificial, da un consejo: «Hay que pensar de formar trasversal y transdisciplinar».
«Tienes que conocer en profundidad un ámbito concreto, pero ser capaz de conocer muchos ámbitos diferentes, porque la forma de pensamiento básico, la van a hacer las máquinas», agrega.
«En la medida de lo posible, la gente tiene que tomar conciencia y frenar el ritmo. No se si hay un punto miedo ante la forma de vida rápida que nos está atrapando. Las personas tienen que encontrar tiempo para un pensamiento profundo. Vivir más despacio, y la naturaleza ayuda mucho. Si no, colapsaremos como sociedad, y ya un problema de suicidios, ansiedad y estrés. No vivimos para pasar corriendo por la vida, vivimos para disfrutar de la vida», concluye.